viernes, 11 de marzo de 2011

DE PASEO POR EL BARRIO DE SARRIÁ DE BARCELONA

Durante el siglo XIX Sarriá era la segunda residencia de la burguesía catalana, que en verano o durante los fines de semana abandonaba su piso señorial en el Eixample para salir de la ciudad. Los cinco kilómetros que separaban el centro de Barcelona con Sarriá, se recorrían en una hora.
Actualmente el barrio de Sarriá ha logrado conservar el encanto de un pueblo dentro de una de las grandes ciudades Europeas.
En el entramado de calles os sugiero que os perdáis por los rincones, plazas y pequeñas calles de este tranquilo barrio.
La ruta histórica empieza en la Calle Mayor de Sarriá, el eje comercial del barrio que llega hasta el mercado modernista de Sarriá, diseñado por Arnau Calvet.
En el número 74, esquina con la Calle Canet, encontramos la Casa familiar Sangrá, con un escudo de armas en piedra y una puerta de hierro forjado.
En la Calle Canet, destacan las casas de los obreros hechas por Josep Bosch i Canet a finales del siglo XIX.
Volvemos a Mayor de Sarriá y giramos a la izquierda en el Pasaje Mallofré, que evoca el Sarriá novecentista.
Continuamos por la Calle Mayor, y nos detenemos en el número 97, para contemplar la Casa familiar Margenat de estilo gótico, una de las más antiguas de Sarriá.
De camino hacia la Plaza de Sarriá, nos encontramos con la Plaza del Consell de la Vila con el edificio del Ayuntamiento, obra de Francesc Mariné Martorell inaugurado en 1896. En el exterior, destaca la figura de “Pomona”, obra del escultor novecentista Josep Clarà.
Seguimos por Mayor de Sarriá y llegamos a la Plaza de Sarriá, donde se encuentra la Casa Can Llança, con fachada esgrafiada y la Iglesia de San Vicente, de estilo neoclásica del siglo XVIII, obra de Josep Mas, el arquitecto de la Iglesia de La Mercè de Barcelona.
Las pinturas murales del altar mayor son obra de Josep Obiols, y en las capillas laterales destacan; el retablo barroco de La Mare de Deu del Roser, el retablo mayor del antiguo convento de Sta. Clara y una reproducción del retablo gótico de San Vicenç Martir, de Jaume Huguet y el Maestro de Castelsardo.
Al salir de la Iglesia, cruzamos la calle y llegamos al mercado de Sarriá, antiguo huerto de la rectoría de Sant Vicenç. Proyectado por Coquillat y Calvet, se inauguró en 1911.
Otros rincones destacables del barrio, son la Plaza de Sant Gaietà; justo detrás del mercado, la Placeta del Roser; uno de los rincones más románticos del barrio, la Calle Duquesa de Orleans, con algunas casas de estilo noble con grandes jardines, como la Casa Amat, situada en el número 9; edificio modernista catalogado del siglo XIX, la Casa Guarro; situada en la Calle Setantí nº 10, construida por Antoni Puig Giralt entre 1921 y 1923 por encargo del industrial Lluís Guarro Casas, la capillita colgada dedicada a San Antonio; situada en la Calle Paletes, la casa modernista de la Calle Jaume Piquet nº 30, que es la casa más pequeña de este estilo que se conoce, con elementos florales en la fachada de reciente restauración, la Casa Orlandai; que en la actualidad es un centro cívico, la Masía Can Senillosa; edificio señorial imagen del pasado rural y de veraneo de Sarriá, rodeada del Jardín de Can Senillosa y que conserva un reloj de sol en su fachada.
Pero el barrio, esconde otros tesoros, como son el bar Tomás, famoso por sus patatas bravas, situado en la Calle Mayor nº 49, la pastelería Foix, en el nº 57, fundada en 1886 por Paulina Mas i Rubinat y Josep Foix i Ribera, padres del escritor J.V.Foix, el restaurante Casa Joana, situado en el nº 59, típica fonda familiar de las que quedan pocas, la mercería Bricall, en el nº 72, donde aún se puede ver a las mujeres bordando, tejiendo punto, ganchillo o punto de cruz, la Antigua Casa Rafael, en el nº 77, restaurante fundado en 1876 donde ofrecen comidas caseras, el restaurante El Vell Sarrià, en el nº 93, donde sirven algunos de los mejores arroces de Barcelona, la Vivanda, en el nº 134, un buen restaurante de cocina sofisticada situado en una bonita casa con jardín y el Artists Residende situado en el 1er piso del número 157, donde un grupo de pintores, escultores y otros artistas muestran su obra en un espacio del siglo XIX.

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