Esta ruta muestra el patrimonio industrial del siglo XIX en Barcelona desde las primeras concentraciones fabriles en Ciutat Vella hasta los grandes recintos del Poblenou centrados en hiladuras y textil.
Este paseo por las chimeneas y fábricas, muchas ahora reconvertidas en equipamientos muestran cómo la ciudad ha decidido recuperar ese pasado e integrarlo en las nuevas arquitecturas urbanas.
El distrito 22@ en el Poblenou, es ahora uno de los máximos exponentes de la reconversión industrial que ha experimentado la capital catalana, abandonando la producción de bienes materiales para centrarse en servicios, comunicación y tecnología.
Para rescatar este pasado, te proponemos una ruta por la que fue la principal concentración industrial de la Península ibérica empezando por uno de sus ejemplos más significativos de la ciudad hasta uno de los grandes complejos textiles, Can Saladrigas.
El negocio que Antoni Saladrigas empezó a mediados de siglo XIX de blanqueo y estampado de tejidos entre las calles de Llull, Lope de Vega, Joncar y Marià Aguiló se convirtió en el tercero en importancia de todo el distrito de Sant Martí. A pesar de conservar actualmente el conjunto industrial, la industria textil ha dejado paso a los equipamientos sociales y culturales que ocupan cerca de 8.000 metros cuadrados.
La gran fábrica reconvirtió primero una de sus zonas en el centro de personas mayores Taulat-Can Saladrigas para incorporar después una biblioteca y un centro de imaginería popular.
Y si quieres ver más chimeneas, las encontrarás también en el barrio de Icària donde se estableció una fábrica de destilación de alcoholes y producción de hielo Can Folch ahora queda solo la chimenea, la fábrica se demolió para construir la Vila Olímpica.
No muy lejos, aunque procedía de Ciutat Vella, encontramos también los restos de lo que fue el recinto industrial de Can Ricart, el primer gran vapor del barrio que, de complejo textil, pasó a ser un pequeño parque industrial de empresas y que en estos momentos es un espacio de producción e investigación artística centrado en las artes visuales.
El eje de Pere IV concentró también una gran actividad productiva a finales del siglo XIX con fábricas como La Escocesa que se dedicaba principalmente a los estampados y que más adelante se convirtió en un conglomerado de naves de empresas químicas.
Y como contrapunto al predominio del textil en el barrio, encontramos, en la calle Roc Boronat, la antigua fábrica Metales y Platería Ribera, la principal industria de la metalurgia no férrea del distrito.
Conservando también la estética industrial y al lado de los nuevos edificios del 22@, Can Framis de la Fundación Vila Casas ha convertido una antigua fábrica algodonera del barrio Poblenou en un espacio expositivo de 270 obras.
El Raval, se empezó a urbanizar en masa a finales del siglo XVIII con nuevas fábricas y viviendas obreras construidas sin planificación previa. Aunque cuesta descubrir los restos industriales en esta zona, todavía encontramos pequeños enclaves como el de Sant Pau del Camp, la primera concentración industrial del Raval situada en los antiguos huertos del convento benedictino de Sant Pau del cual solo se conserva una chimenea.
La Riereta era uno los principales barrios obreros del centro de la ciudad con fábricas como El Vapor Matías Muntadas e Hijos, una de las pocas que todavía perduran casi intactas.
El número 40 de la calle de Flassaders, que quizás ahora se conoce por ser la sede del Espai Brossa, tiene también una historia curiosa que se aleja del predominio del textil pasado, ya que se trataba de una fábrica de acuñar monedas.
Esta fábrica de la moneda, La Seca, estuvo operativa desde el siglo XV cuando el rey Alfonso V otorgó el derecho de acuñar "florines, ducados, escudos, luises y treintenas" y hasta mediados de siglo XIX.
En Sant Andreu encontramos la que posiblemente es una de las fábricas más conocidas de la ciudad desde que el Ayuntamiento la adquirió hace unos cinco años y decidió destinarla a la cultura y el arte emergente.
El complejo industrial Coats Fabra SA ha pasado de ser una fábrica de hilaturas y tejidos de cerca de 15.000 metros cuadrados a ser una fábrica de creación, es decir, un centro de promoción de nuevos artistas y artes escénicas.
Y también en el barrio de la Marina de Sants-Montjuïc, al lado del paseo de la Zona Franca, encontramos el Granero de la Manzana Phillips, una parte de la destacada fábrica de luces y bombillas del mismo nombre que estuvo en activo hasta el 2004.
Este paseo por las chimeneas y fábricas, muchas ahora reconvertidas en equipamientos muestran cómo la ciudad ha decidido recuperar ese pasado e integrarlo en las nuevas arquitecturas urbanas.
El distrito 22@ en el Poblenou, es ahora uno de los máximos exponentes de la reconversión industrial que ha experimentado la capital catalana, abandonando la producción de bienes materiales para centrarse en servicios, comunicación y tecnología.
Para rescatar este pasado, te proponemos una ruta por la que fue la principal concentración industrial de la Península ibérica empezando por uno de sus ejemplos más significativos de la ciudad hasta uno de los grandes complejos textiles, Can Saladrigas.
El negocio que Antoni Saladrigas empezó a mediados de siglo XIX de blanqueo y estampado de tejidos entre las calles de Llull, Lope de Vega, Joncar y Marià Aguiló se convirtió en el tercero en importancia de todo el distrito de Sant Martí. A pesar de conservar actualmente el conjunto industrial, la industria textil ha dejado paso a los equipamientos sociales y culturales que ocupan cerca de 8.000 metros cuadrados.
La gran fábrica reconvirtió primero una de sus zonas en el centro de personas mayores Taulat-Can Saladrigas para incorporar después una biblioteca y un centro de imaginería popular.
Y si quieres ver más chimeneas, las encontrarás también en el barrio de Icària donde se estableció una fábrica de destilación de alcoholes y producción de hielo Can Folch ahora queda solo la chimenea, la fábrica se demolió para construir la Vila Olímpica.
No muy lejos, aunque procedía de Ciutat Vella, encontramos también los restos de lo que fue el recinto industrial de Can Ricart, el primer gran vapor del barrio que, de complejo textil, pasó a ser un pequeño parque industrial de empresas y que en estos momentos es un espacio de producción e investigación artística centrado en las artes visuales.
El eje de Pere IV concentró también una gran actividad productiva a finales del siglo XIX con fábricas como La Escocesa que se dedicaba principalmente a los estampados y que más adelante se convirtió en un conglomerado de naves de empresas químicas.
Y como contrapunto al predominio del textil en el barrio, encontramos, en la calle Roc Boronat, la antigua fábrica Metales y Platería Ribera, la principal industria de la metalurgia no férrea del distrito.
Conservando también la estética industrial y al lado de los nuevos edificios del 22@, Can Framis de la Fundación Vila Casas ha convertido una antigua fábrica algodonera del barrio Poblenou en un espacio expositivo de 270 obras.
El Raval, se empezó a urbanizar en masa a finales del siglo XVIII con nuevas fábricas y viviendas obreras construidas sin planificación previa. Aunque cuesta descubrir los restos industriales en esta zona, todavía encontramos pequeños enclaves como el de Sant Pau del Camp, la primera concentración industrial del Raval situada en los antiguos huertos del convento benedictino de Sant Pau del cual solo se conserva una chimenea.
La Riereta era uno los principales barrios obreros del centro de la ciudad con fábricas como El Vapor Matías Muntadas e Hijos, una de las pocas que todavía perduran casi intactas.
El número 40 de la calle de Flassaders, que quizás ahora se conoce por ser la sede del Espai Brossa, tiene también una historia curiosa que se aleja del predominio del textil pasado, ya que se trataba de una fábrica de acuñar monedas.
Esta fábrica de la moneda, La Seca, estuvo operativa desde el siglo XV cuando el rey Alfonso V otorgó el derecho de acuñar "florines, ducados, escudos, luises y treintenas" y hasta mediados de siglo XIX.
En Sant Andreu encontramos la que posiblemente es una de las fábricas más conocidas de la ciudad desde que el Ayuntamiento la adquirió hace unos cinco años y decidió destinarla a la cultura y el arte emergente.
El complejo industrial Coats Fabra SA ha pasado de ser una fábrica de hilaturas y tejidos de cerca de 15.000 metros cuadrados a ser una fábrica de creación, es decir, un centro de promoción de nuevos artistas y artes escénicas.
Y también en el barrio de la Marina de Sants-Montjuïc, al lado del paseo de la Zona Franca, encontramos el Granero de la Manzana Phillips, una parte de la destacada fábrica de luces y bombillas del mismo nombre que estuvo en activo hasta el 2004.
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