Este recorrido parte de la Rambla y se adentra hacia el corazón del Raval. En el número 105 de la Rambla está la casa Francesc Piña, más conocida como El Regulador, pues así se llamaba la relojería que en otro tiempo hubo aquí. El edificio es obra de Josep Fontseré i Domènech (1850) y conviene pararse a contemplar su fachada rosada, con sus falsas columnas jónicas y sus angelotes en lo más alto.
Justo enfrente, en la esquina de la Rambla con la calle del Carme, se alza la iglesia de Betlem, un notable templo barroco construido por la Compañía de Jesús (1732).
Si continuamos por la calle del Carme, hallaremos en el número 24 los almacenes El Indio, con su fachada modernista (1922), que alcanzaron su mejor época antes de la guerra civil, gracias a la venta de telas de lujo que se importaban de Londres y París.
En el número 47, tras una pesada reja, encontramos a mano izquierda la Reial Acadèmia de Cirurgia i Medicina (1764), de Ventura Rodríguez, un edificio con una sobria fachada neoclásica y cuyo interior atesora una sala de disección circular, con una mesa de mármol en el centro y una gradería de sillas de madera y bancos de piedra alrededor.
Justo enfrente, en la esquina de la Rambla con la calle del Carme, se alza la iglesia de Betlem, un notable templo barroco construido por la Compañía de Jesús (1732).
Si continuamos por la calle del Carme, hallaremos en el número 24 los almacenes El Indio, con su fachada modernista (1922), que alcanzaron su mejor época antes de la guerra civil, gracias a la venta de telas de lujo que se importaban de Londres y París.
En el número 47, tras una pesada reja, encontramos a mano izquierda la Reial Acadèmia de Cirurgia i Medicina (1764), de Ventura Rodríguez, un edificio con una sobria fachada neoclásica y cuyo interior atesora una sala de disección circular, con una mesa de mármol en el centro y una gradería de sillas de madera y bancos de piedra alrededor.
A la derecha, y hasta la calle del Hospital, se alzan imponentes las diversas construcciones del antiguo Hospital General de la Santa Creu.
La Casa de Convalecencia (1655-1678), concebida como edificio para enfermos que estaban a punto de recibir el alta, fue edificada gracias al legado testamentario del caballero Pau Ferran, un mercader que nació en la miseria y murió en la opulencia. El patio presenta dos pisos con arcadas. El superior tiene el doble de arcos que el inferior. En el centro hay un pozo coronado por una estatua de san Pablo, obra de Lluís Bonifaç (1678), en honor del benefactor.
El patio central del hospital, obra de Guillem Abiell (1417), es el corazón de la parte más antigua del conjunto. Tiene dos escalinatas señoriales (1585) que conducían a las enormes salas donde se alojaban los enfermos. Cada una de ellas está guardada por una imagen (la Caridad y san Roque, abogado contra la peste). La cruz y la columna salomónica son del siglo XVII. Este jardín apacible, poblado por naranjos y acacias, invita a olvidarse de las prisas, la circulación y los bocinazos.
De nuevo en la calle del Carme, en la esquina con Egipcíaques hay otra imagen de San Pablo y una inscripción en honor de Pau Ferran, junto con su escudo (obra de Domènec Rovira el Jove, 1668).
El patio central del hospital, obra de Guillem Abiell (1417), es el corazón de la parte más antigua del conjunto. Tiene dos escalinatas señoriales (1585) que conducían a las enormes salas donde se alojaban los enfermos. Cada una de ellas está guardada por una imagen (la Caridad y san Roque, abogado contra la peste). La cruz y la columna salomónica son del siglo XVII. Este jardín apacible, poblado por naranjos y acacias, invita a olvidarse de las prisas, la circulación y los bocinazos.
De nuevo en la calle del Carme, en la esquina con Egipcíaques hay otra imagen de San Pablo y una inscripción en honor de Pau Ferran, junto con su escudo (obra de Domènec Rovira el Jove, 1668).
En la acera de enfrente, una fuente de 1931 que resultó destrozada en marzo de 1938, durante un raid aéreo, y que tuvo que ser reconstruida; junto a ella, una placa rinde tributo a las víctimas de los bombardeos franquistas, muchas de las cuales perecieron a causa de las bombas que cayeron en estas calles.
Más adelante, en el número 63 y en la esquina con Riera Alta, dos establecimientos modernistas, el bar Muy Buenas, que tiene casi un siglo de historia, y la farmacia Casellas, más que centenaria. Seguimos avanzando, por la calle del Carme. En el número 106 encontramos un caserón de finales del siglo XVIII que fue la residencia de Erasme de Gònima, el industrial que creó la mayor fábrica textil de la Barcelona de su tiempo.
La plaza del Pedró es el corazón del Raval medieval. Según la tradición, en este lugar, que era una confluencia de caminos, fue clavada santa Eulalia en una cruz en aspa y se produjo la nevada milagrosa que cubrió su cuerpo desnudo. El Consell de Cent lo quiso conmemorar en 1673 alzando un monumento en honor de la que entonces era la patrona de la ciudad.
En esta misma plaza, a espaldas de la santa, se encuentra, encajonada entre edificios modernos, la capilla de Sant Llàtzer (siglo XII), que formó parte en la edad media del hospital de leprosos. Desde la calle de Sant Llàtzer se puede contemplar el ábside, de estilo inconfundiblemente románico.
Más adelante, en el número 63 y en la esquina con Riera Alta, dos establecimientos modernistas, el bar Muy Buenas, que tiene casi un siglo de historia, y la farmacia Casellas, más que centenaria. Seguimos avanzando, por la calle del Carme. En el número 106 encontramos un caserón de finales del siglo XVIII que fue la residencia de Erasme de Gònima, el industrial que creó la mayor fábrica textil de la Barcelona de su tiempo.
La plaza del Pedró es el corazón del Raval medieval. Según la tradición, en este lugar, que era una confluencia de caminos, fue clavada santa Eulalia en una cruz en aspa y se produjo la nevada milagrosa que cubrió su cuerpo desnudo. El Consell de Cent lo quiso conmemorar en 1673 alzando un monumento en honor de la que entonces era la patrona de la ciudad.
En esta misma plaza, a espaldas de la santa, se encuentra, encajonada entre edificios modernos, la capilla de Sant Llàtzer (siglo XII), que formó parte en la edad media del hospital de leprosos. Desde la calle de Sant Llàtzer se puede contemplar el ábside, de estilo inconfundiblemente románico.
Nuestro siguiente destino es la iglesia de Sant Pau del Camp. Para llegar hay que seguir la calle del Hospital, girar a la derecha por calle de la Cera y, a continuación, recorrer hasta el final la calle Riereta.
En el número 3 de la Cera y en los números 10, 21, 29, 35, 37… de Riereta hay asociaciones y antiguas factorías que recuerdan que en el siglo XIX este era un barrio industrial cuyos obreros que se organizaban para tener acceso a la cultura o reivindicar jornadas laborales humanas, el derecho de asociación, sueldos dignos, viviendas habitables, la limitación del trabajo infantil…
Al llegar a la calle de Sant Pau, en el número 92, se puede ver lo que fue la entrada de la España Industrial. Esta fábrica textil empezó a funcionar en 1839 y en 1847 se mudó a Sants.
Mas adelante, se encuentra Sant Pau del Camp (siglo XIII) es la iglesia románica más bien conservada de la ciudad. Formó parte de un antiguo monasterio benedictino a las afueras de Barcelona, en pleno campo, del que se tiene constancia documental desde el año 912 y que hubo de ser reconstruido tras el saqueo de Barcelona por el ejército musulmán de Almanzor (año 985).
En el número 3 de la Cera y en los números 10, 21, 29, 35, 37… de Riereta hay asociaciones y antiguas factorías que recuerdan que en el siglo XIX este era un barrio industrial cuyos obreros que se organizaban para tener acceso a la cultura o reivindicar jornadas laborales humanas, el derecho de asociación, sueldos dignos, viviendas habitables, la limitación del trabajo infantil…
Al llegar a la calle de Sant Pau, en el número 92, se puede ver lo que fue la entrada de la España Industrial. Esta fábrica textil empezó a funcionar en 1839 y en 1847 se mudó a Sants.
Mas adelante, se encuentra Sant Pau del Camp (siglo XIII) es la iglesia románica más bien conservada de la ciudad. Formó parte de un antiguo monasterio benedictino a las afueras de Barcelona, en pleno campo, del que se tiene constancia documental desde el año 912 y que hubo de ser reconstruido tras el saqueo de Barcelona por el ejército musulmán de Almanzor (año 985).
Por la calle abat Safont, con las chimeneas de lo que fue una fábrica de electricidad como punto de referencia, llegamos a la plaza de Raquel Meller, presidida por una estatua de Josep Viladomat en la que la artista aparece interpretando La violetera, quizá su cuplé más conocido junto con El relicario.
Estamos en el Paralelo, los teatros Apolo y Arnau son algunos de los escasos vestigios que se conservan de aquel ambiente que vio triunfar a Raquel Meller, la Bella Chelito y la Bella Dorita, entre muchas otras artistas.
En el último tramo del Paralelo se conserva un lienzo de la muralla que Pere III el Cerimoniós construyó en el siglo XIV.
Tras las murallas se encuentran las Drassanes del siglo XIV, los talleres medievales de construcción de barcos más bien conservados del mundo. Con ocho naves, sus dimensiones son enormes. Hoy albergan el Museo Marítimo, donde se puede ver la reproducción de la galera capitana que Juan de Austria comandó en la batalla de Lepanto (1571) y el submarino Ictíneo I de Narcís Monturiol (1859).
Estamos en el Paralelo, los teatros Apolo y Arnau son algunos de los escasos vestigios que se conservan de aquel ambiente que vio triunfar a Raquel Meller, la Bella Chelito y la Bella Dorita, entre muchas otras artistas.
En el último tramo del Paralelo se conserva un lienzo de la muralla que Pere III el Cerimoniós construyó en el siglo XIV.
Tras las murallas se encuentran las Drassanes del siglo XIV, los talleres medievales de construcción de barcos más bien conservados del mundo. Con ocho naves, sus dimensiones son enormes. Hoy albergan el Museo Marítimo, donde se puede ver la reproducción de la galera capitana que Juan de Austria comandó en la batalla de Lepanto (1571) y el submarino Ictíneo I de Narcís Monturiol (1859).
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